El chutney está de moda. Esta bomba de sabor, que a muchos nos puede parecer algo muy novedoso, es originaria de la India y llegó a Europa de mano de los británicos en la época de las colonial. Rápidamente se puso de moda y en cada zona los cocineros añadían ingredientes propios de su región a la receta básica, creando así una infinidad de variedades.
El chutney es un condimento agridulce elaborado a partir de frutas o verduras cocidas en vinagre, con especias y azúcar.
Hay tantas recetas de chutney como cocineros que lo elaboren, pudiendo ser muy variados: finos y homogéneos o con tropezones, suaves o picantes, elaborados casi sin cocción o con necesidad de casi dos horas de reducción… Los ingredientes principales de casi todas las recetas suelen ser frutas y verduras corrientes. A las que, generalmente, se le añade mostaza, canela, jengibre, curry y chile para proporcionarle ese sabor fuerte y picante que lo caracterizan, siendo el azúcar moreno el que le aporta su toque dulce.
Hacer chutney es muy sencillo, elige algunas frutas o verduras (sobre 200 gramos), pélalas, límpialas, deshuésalas, trocéalas y ponlas en una cacerola. Añade 60 gramos de azúcar moreno, 5 cucharadas de vinagre de vino y las especias. Calienta todo a fuego lento, sin dejar de remover, deja reducir al máximo y estará listo. Puedes dejarlo así si lo quieres con tropezones, pero si prefieres un chutney fino, sólo tienes que triturarlo con una batidora. Cuando esté listo podemos utilizarlo directamente, pero si tenemos cantidad sobrante lo ideal es repartirlo en tarros para conservarlo durante más tiempo.
Además, en el mercado podemos encontrar muchísimas variedades, éstas son perfectas para aportar un toque diferenciado a nuestros platos, ya que se caracterizan por contener ingredientes inusuales y especiales.
Nunca te olvides de tener a mano un tarro, pues el chutney será el acompañante perfecto de todo tipo de platos, como carnes, aves, pescados, salsas, quesos…
