mágico tajine

Mágico tajine

Esta semana hemos hecho un viaje hacia el sur, guiados por la estela de un olor tan rico y tan cálido que nuestro apetito se ha llenado de colores: rojo, marrón, amarillo y un algo de verde; naranja, ocre, burdeos y dorado brillante. Los colores nos inundaron de sabores y, de repente, estábamos en un lugar y con un objeto, donde todo lo que habíamos sentido se sublimaba para la gracia de nuestro espíritu hambriento de experiencias culinarias. El lugar era Marruecos, y el objeto, un tajine.

Además de un precioso souvenir, el tajine es un recipiente hecho de barro cocido y barnizado. Está compuesto por un plato hondo de diámetro variable y una elegante tapa de forma cónica. Su diseño hace que el calor y el vapor se condensen en la tapa y regresen a la base. En su interior, los alimentos se cocinan muy lentamente, con el fuego muy bajo, despacito, en su propio jugo, rezumando todas las maravillas que se agazapan en su carne cuando está fresca, al tiempo que se empapan del sabor de los condimentos. Como decimos, despacio, sin prisa, porque el tajine mima los alimentos, les da luz, los vuelve brillantes, eleva sus sabores y les proporciona una ternura untuosa, y para eso, las prisas no sirven.

La estela de un olor nos había dirigido hasta un tajine en una cocina de Marruecos. Los aromas, los colores y los sabores nos habían sido dados por la magia que este utensilio infiere al cordero, al pollo, a la ternera o al pescado; a las aceitunas, los albaricoques, las ciruelas pasas, los dátiles, la cebolla y las almendras; todo ello con un chorrito de miel, dos dientes de ajo, un puñado de perejil, una cucharadita de cúrcuma, una rama de canela, un poquito de zumo de limón y otro poquito de cilantro. Como podéis imaginar, destapar el tajine sería el clímax de esta aventura.

Los orígenes del tajine se vinculan a la cultura bereber, como un plato milenario que ha ido evolucionando con su historia de invasiones y conquistas. Hoy en día, el tajine es un icono de Marruecos, presente en cada casa, cada restaurante y cada puesto. Algunos, con sus bonitos colores pintados a mano, parecen ocultar un tesoro secreto bajo su puntiaguda tapa. Dentro, tal vez esté aguardando una historia de genios, tesoros, príncipes y cocina.

¿Te has quedado con ganas de probarlo? Si no dispones de esta alhaja marroquí, te contamos la manera de hacer un tajine sin dicho utensilio. Tal vez la experiencia no sea tan emocionante como la nuestra, pero te prometemos un resultado casi tan suculento y especial.

Buen viaje 😉 .

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